Dueños una fría e invisible maldición, vivimos negados a ver la cruda realidad del mundo que nos rodea.
Sufrimos en silencio, ignorados por la sociedad por no entender las reglas del juego.
Tratando de aferrarnos más y más a nuestros pequeños sueños utópicos de una vida simple pero plena, llena de aquellas pequeñas cosas que tanto nos ayudan a sobrevivir en éste medio.
Viviendo, a veces, escondidos en un mundo muy privado, lleno de fantasías, locura y magia, escondidos, muy adentro, allí donde nadie nunca nos podrá encontrar.
Amando nuestra soledad.
Teniendo los sentidos tan alerta que todo lo vemos, oímos, olemos, degustamos y sentimos. Entendiendo más allá de nuestras respectivas edades, los problemas más personales de nuestro planeta.
Pues nosotros somos los verdaderos hijos de la Tierra. Y como tales, sufrimos sus mismos dolores.
Queriendo aquella utopía inexistente, soñando con la más pura belleza de la vida, y deseando más que nada la felicidad del hombre, nosotros estamos tan enfermos como la Tierra.
La Tierra que está rota, y sufre la más aguda tristeza. Que es ignorada, como nosotros.
Jóvenes artistas, bohemios adultos, viejos hippies, soñadores...
Todos es busca de lo mismo.
En busca de la paz del hombre, y con la naturaleza. En busca del amor fraternal, de la pasión y de la libertad. Pero principalmente, en busca de la felicidad...
Sufrimos en silencio, ignorados por la sociedad por no entender las reglas del juego.
Tratando de aferrarnos más y más a nuestros pequeños sueños utópicos de una vida simple pero plena, llena de aquellas pequeñas cosas que tanto nos ayudan a sobrevivir en éste medio.
Viviendo, a veces, escondidos en un mundo muy privado, lleno de fantasías, locura y magia, escondidos, muy adentro, allí donde nadie nunca nos podrá encontrar.
Amando nuestra soledad.
Teniendo los sentidos tan alerta que todo lo vemos, oímos, olemos, degustamos y sentimos. Entendiendo más allá de nuestras respectivas edades, los problemas más personales de nuestro planeta.
Pues nosotros somos los verdaderos hijos de la Tierra. Y como tales, sufrimos sus mismos dolores.
Queriendo aquella utopía inexistente, soñando con la más pura belleza de la vida, y deseando más que nada la felicidad del hombre, nosotros estamos tan enfermos como la Tierra.
La Tierra que está rota, y sufre la más aguda tristeza. Que es ignorada, como nosotros.
Jóvenes artistas, bohemios adultos, viejos hippies, soñadores...
Todos es busca de lo mismo.
En busca de la paz del hombre, y con la naturaleza. En busca del amor fraternal, de la pasión y de la libertad. Pero principalmente, en busca de la felicidad...
Es mejor ser un extraño que no uno mas del rebaño. Muy buen texto
ResponderEliminarP.S. I miss you too
q bueno encontrar gente q todavía piense así en estas horas de la noche..
ResponderEliminarbises