18.8.10

Campamento de Locura


Tengo que aprender a convivir con mi mente, ya no lo puedo aplazar.
No solo un monopolio de intensas sensaciones protagonizar.

En un Campamento de Locura,
los participantes se ven atrapados.

Muchos temen ser normalizados,
otros absorben sensaciones
de los problemas avanzados.

Las reglas de comportamiento son claras: No hagan NADA sin nuestra autorización. No corran, no salten... No rían sin razón ni vivan con pasión. No piensen en sus cabezas, compártanlo. No apoyen los pies en las mesas, supérenlo. No expresen su desesperación, pero no censuren su expresión. No se permiten cinturones, espejos ni cordones. No se junten de a montones, no busquen sus reflejos, ni escuchen las razones.

Piel de gallina para los atrevidos, los saltarines, los potenciados, los intensamente arriesgados. Pesadilla de soñadores, cárcel de creadores: Acércate joven, tengo algo para ti. Es una correa y una cadena, para que te parezcas más a mí.

_ Míralo a él, es ordenado, es responsable.
_ Llama entonces a mi abogado, no me interesa lo razonable.
_ Mírala a ella, es cauta, es imitable.
_ No me rijo por esa pauta, me parece reprochable.
_ Míralos, son normales, son productivos.
_ Nosotros somos animales, salvajemente adictivos.

Dice el espíritu de alguno que pelea contra el Sistema Penitenciario de Mentes Extrañas. Dentro del Campamento de Locura, las reglas son claras. Tu mente es una masa y ellos son moldeadores. Si tu mente es de mármol, ellos son los talladores. Tu mente es entonces, un lienzo ya borrado. Ellos son los nuevos pintores.

Todo tipo de personajes te podés encontrar en una reunión de éstas, más allá de lo peculiar que serían sus fiestas. Una tragicomedia tras otra... Historias. Otro camino recorrido... Memorias.

Ellos son diferentes, sin duda esenciales. Ellos se pierden en sus mentes, claramente especiales. Se juntan, se entienden. Preguntan, comprenden. No son discapacitados sociales, ni psicóticos mundiales. No son resucitados joviales ni espíritus amorales. Sobreviven, imaginan. Ustedes miren, culminan. Sin duda no son jóvenes normales. Se destacan por sus instintos animales, y por por sus sueños descomunales.

Entonces se hace el fogón, cada uno lleva su ramita. Algunos algo de cartón, o tal vez alguna curita. Se queman diarios íntimos, y pensamientos ínfimos. Se queman ideas suicidas, algún roto salvavidas, y el viejo paracaídas. Arden los demonios, los fallidos matrimonios, los viejos patrimonios, y los explayados testimonios. Arden las voces y los roces. Arde el silencio tragado, el llanto aguantado, el límite ignorado, y el cuerpo desalmado. Arden viejas fantasías, algunas travesías, falsas profecías, y la espera del Mesías. Todo quema, todo arde. No te aflijas, nunca es tarde. Los chicos soplan, potencian el viento. Las risas acoplan y yo no miento. El fuego va creciendo, los chicos viviendo. Entre ellos la verdad se esconde, tan profundo que no saben dónde. Mírense a los ojos gente peculiar. Libérense de los despojos, empiecen a pelear. Olvídense del campamento, lo peor ya pasó. Vivan el momento, el ruiseñor ya cantó.

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