30.12.08
21.12.08
Listen
If today,
against all fear
I would say,
with more than a tear
stopping delay,
what you needed to hear:
I would pray
for you, my dear
to stop the play
right now, right here.
against all fear
I would say,
with more than a tear
stopping delay,
what you needed to hear:
I would pray
for you, my dear
to stop the play
right now, right here.
16.12.08
No Te Abandono, Cuando Te Abandono
Son dos, con distintos propósitos.
Tienen cosas en común,
pero son diferentes.
No abandono al primero,
ni discrimino al segundo.
Pienso en voz alta con uno,
hablo con el otro.
Divago con uno,
trato serio con el otro.
El primero es el primero,
y lleva la historia
de mis días.
El segundo es más pensado,
se podría decir
versión mejorada.
No son personas,
ni objetos personales.
No son animales,
ni amigos imaginarios.
¿Qué son?
Tienen cosas en común,
pero son diferentes.
No abandono al primero,
ni discrimino al segundo.
Pienso en voz alta con uno,
hablo con el otro.
Divago con uno,
trato serio con el otro.
El primero es el primero,
y lleva la historia
de mis días.
El segundo es más pensado,
se podría decir
versión mejorada.
No son personas,
ni objetos personales.
No son animales,
ni amigos imaginarios.
¿Qué son?
12.12.08
El Refugio Intermedio (2)
CAPÍTULO DOS.
_ Cuenta la leyenda que mucho tiempo atrás, los hombres perdieron el respeto por el tiempo. De día dormían o se quedaban dentro de sus casas, y de noche salían de fiesta por los bosques. Hacían fogatas y bebían hasta el amanecer sin percatarse de la oscuridad, y luego, cuando el sol estaba en su cumbre, todos se escondían bajo techo.
_ Es cierto que pasó eso. En la ciudad de la que yo vengo, con la llegada de la tecnología entre otros factores, pude observar cómo la juventud perdió el interés por el día, y se fanatizó con la noche.
_ Exacto, y no sólo eso. Se perdió también el respeto a la naturaleza. Siempre encerrados en mundos de ladrillo y concreto, con aire acondicionado y comodidades vanas. La gente ya no aprecia lo que la madre naturaleza nos brinda.
_ Entiendo...
_ Bueno, se dice entonces que una anciana, que vivió toda su vida en una cabaña en el bosque, advirtió de los demonios a quienes habitaban, en ese entonces, Casi Cielo. Pensá Santino, que éste pueblo olvidado que hoy ves, solía ser un paraíso escondido. Y todo quién se halló en éste lugar, se enamoró de él, y nunca más se fue.
_ ¿Casi Cielo? ¿Puede ser? Sólo fue nombrado en términos de ficción, nunca creí que de verdad existiera...
_ Es que nunca quisimos que se sepa, pues el turismo y los extraños en busca de aquello que no es lo que deberían buscar, arruinarían nuestro paraíso terrenal. De hecho lo hicieron. Un grupo de jóvenes guiados por un periodista de mal agüero, llegaron a Casi Cielo con falsas búsquedas y malos hábitos, el mismo verano en que las profecías de la anciana se concretaron por primera vez.
_ ¿Sin respeto al tiempo y a la naturaleza, supongo?
_ Claro, y cómo jóvenes de la ciudad, sus modos fueron rápidamente contagiados a los jóvenes que en ese entonces habitaban el pueblo.
_ ¿Y qué pasó?
_ La anciana reapareció, con sus teorías extravagantes. Decía que los árboles y los animales discutían hace tiempo, y que ya no era sabio ignorarlos. Dijo que escuchó, entre murmullos, que ya no aguantarían ésta falta de respeto. Oyó hablar de demonios y de guerreros, de castigos y de maldiciones...
_ ¿Y la gente la escuchó?
_ No, todos la creyeron loca, y la anciana volvió a su cabaña para ya no salir.
_ ¿Nunca más apareció?
_ No, y luego de ya entender lo que ella advertía, la buscamos. Pero nunca nadie supo dónde estaba la cabaña de la anciana, y el día de hoy la creemos muerta.
_ ¡Que extraño! Que increíble...
_ Ojalá tuviese la ignorancia para creerlo mentira. Si tan sólo nunca los hubiese visto...
_ ¿Y cómo hacen para evitarlos?
_ Cada familia tiene sus métodos. Hay algunos que ignoran la posibilidad de morir ante demonios en forma de lobos, y armados viven su vida como pueden. Otros dejan carne y agua en sus cocheras y tapan puertas y ventanas. Pero todos venimos al refugio cuando ya el peligro nos toca los talones.
_ Ya veo... ¿Y el peligro llegó a vos con el Día hoy?
_ Si... Hay gente que, luego de sobrevivir a algún demonio, perdió la cordura. Muchos nunca más hablaron. Nadie sabe exactamente qué es lo que le hacen a uno. Sí, son lobos, y destruyen. Pero también son demonios y guerreros...
La musa habló con el escritor hasta que los primeros rayos del día hicieron su aparición por las pequeñas ventanas de la cantina. Santino la escuchaba con sincero interés, pero no podía evitar sentir felicidad al escuchar esa perfecta voz dirigida hacia sus oídos. La historia que ella le contaba era bizarra, fantasiosa e increíble, pero todo parecía completamente real en el contexto en el que Santino se encontraba.
¿Cómo había llegado a aquél lugar que, teóricamente, no existía? ¿Cómo se había encontrado, de repente, con tantos problemas ajenos a su vida normal?
No importaban ya los “cómo” para Santino, pues todas las decisiones que tomó aquel año lo llevaron a conocer a la mujer de sus sueños. Ella estaba asustada, y en peligro. Parecía frágil y desprotegida, parecía sola y triste.
Valentina tomó la mano de Santino y dijo:
_ ¿Estás pensando en qué fue lo hiciste mal para llegar acá?
_ No. Pienso que tuve suerte, y agradezco haber tomado las decisiones que tomé éste año, porque me trajeron acá, hoy.
Santino quiso besarla cuando la vio sonreír a su comentario. Pensó entonces en cómo tendría que hacer para protegerla. No quería dejarla ir. No quería que ella sienta miedo, ni que sufra. Quería cuidarla, en lo posible hasta que la muerte los separe.
Se quedaría en Casi Cielo con ella, si lo recibiera. Batallando demonios en forma de lobos, peleando contra el Día y la Noche, y viviendo sólo atardeceres y amaneceres con ella a su lado.
Eran las siete y media de la mañana cuando la realidad y la ficción se unieron ante los ojos de Santino. Su conversación con Valentina ya había tomado un camino mas ameno, y por un momento pareció haber olvidado a los demonios que la acosaban.
Hablaron de la vida, de las religiones, de los trabajos y de los viajes; de sus respectivas familias y de sus sueños frustrados. Rieron y bebieron, y se sintieron cómodos, a punto tal que Valentina creyó haberlo conocido desde siempre; y deseo conocerlo para siempre.
Santino dejó de pelear sus instintos, y en medio de una oración que Valentina intentaba exponer, la besó cómo si fuera el último beso que daría en su vida. Muy a pesar del escritor, su momento de gloria fue interrumpido casi al instante.
_ ¡El Día comenzó hambriento! ¡Nadie salga del Refugio!
Dijo un extraño al entrar a la cantina. Tenía sangre en la cara y en las manos, estaba histérico y tan agitado que se perdía en sus respiros.
Timoteo se acercó a él, y con una silla en una mano y un maletín de primeros auxilios en la otra, fue a su ayuda.
_ ¡Valen! ¡Necesito tu ayuda!
_ ¡Ya voy Tim!
Contestó la musa.
Santino se quedó inmóvil, pero sus ojos estaban bien abiertos. Por su mente pasaban frases y oraciones que había escuchado ese día. Repasaba la leyenda de los demonios, y el beso con Valentina. La anciana del bosque, los lobos, el hombre que pudo combatirlos, la historia de la familia de Timoteo... Y el beso con Valentina.
De un salto y como si no hubiese pasado ni un minuto, Santino corrió hacia su musa con deseos de ayudarla. Ella estaba cosiendo las heridas de ese pobre hombre, y debo aclarar que no le temblaba la mano. Hablaba con aquél que no fue lo suficientemente rápido, trataba de calmarlo y de averiguar qué era lo que había pasado.
_ Fue el día, me agarró distraído. Estaba arreglando el tractor con Tomás, y de la nada me saltó encima. No pude defenderme, tenía demasiada fuerza y sus garras eran muy filosas. Cerré los ojos creyéndome hombre muerto, cuando Tomy con un fierro le pegó al demonio en las costillas...
_ ¡No! ¿Y qué pasó?
_ El demonio me dejó, después de darme un mordisco en la pierna, y se volvió hacia Tomy. Le grité, le dije que corra. Pero él no quería dejarme, y parado encima del tractor como carnada para lobo, estiró su brazo para levantarme.
_ ¿Te subió?
_ Si, me subió al tractor y como por arte de magia lo hizo arrancar, pero el demonio nos seguía... y no les miento si les digo que todavía siento su respiración en mi nuca.
_ ¿Y Tomy? ¿Dónde está?
_ No muy lejos de acá el tractor nos falló, y el día casi nos alcanzaba. Tomy me agarró, y me acercó lo que pudo hasta la cantina. Me dijo que, sea como sea, llegue al refugio. Que él me alcanzaría luego. No quise dejarlo ahí, lo juro. Pero Tomás fue muy insistente... Me dijo que lo distraería para que yo tenga una oportunidad.
_ ¡Dios!
_ No Valen, Dios no tiene nada que ver con éste pueblo donde los demonios reinan. No quiero ser pesimista pero... Yo no creo que sobrevivamos éste verano. Están más fuertes, más grandes, más agresivos... en fin, mas poderosos que nunca. Una vez bebieron de nuestra sangre, y ya no desean nada más.
_ Es cierto que pasó eso. En la ciudad de la que yo vengo, con la llegada de la tecnología entre otros factores, pude observar cómo la juventud perdió el interés por el día, y se fanatizó con la noche.
_ Exacto, y no sólo eso. Se perdió también el respeto a la naturaleza. Siempre encerrados en mundos de ladrillo y concreto, con aire acondicionado y comodidades vanas. La gente ya no aprecia lo que la madre naturaleza nos brinda.
_ Entiendo...
_ Bueno, se dice entonces que una anciana, que vivió toda su vida en una cabaña en el bosque, advirtió de los demonios a quienes habitaban, en ese entonces, Casi Cielo. Pensá Santino, que éste pueblo olvidado que hoy ves, solía ser un paraíso escondido. Y todo quién se halló en éste lugar, se enamoró de él, y nunca más se fue.
_ ¿Casi Cielo? ¿Puede ser? Sólo fue nombrado en términos de ficción, nunca creí que de verdad existiera...
_ Es que nunca quisimos que se sepa, pues el turismo y los extraños en busca de aquello que no es lo que deberían buscar, arruinarían nuestro paraíso terrenal. De hecho lo hicieron. Un grupo de jóvenes guiados por un periodista de mal agüero, llegaron a Casi Cielo con falsas búsquedas y malos hábitos, el mismo verano en que las profecías de la anciana se concretaron por primera vez.
_ ¿Sin respeto al tiempo y a la naturaleza, supongo?
_ Claro, y cómo jóvenes de la ciudad, sus modos fueron rápidamente contagiados a los jóvenes que en ese entonces habitaban el pueblo.
_ ¿Y qué pasó?
_ La anciana reapareció, con sus teorías extravagantes. Decía que los árboles y los animales discutían hace tiempo, y que ya no era sabio ignorarlos. Dijo que escuchó, entre murmullos, que ya no aguantarían ésta falta de respeto. Oyó hablar de demonios y de guerreros, de castigos y de maldiciones...
_ ¿Y la gente la escuchó?
_ No, todos la creyeron loca, y la anciana volvió a su cabaña para ya no salir.
_ ¿Nunca más apareció?
_ No, y luego de ya entender lo que ella advertía, la buscamos. Pero nunca nadie supo dónde estaba la cabaña de la anciana, y el día de hoy la creemos muerta.
_ ¡Que extraño! Que increíble...
_ Ojalá tuviese la ignorancia para creerlo mentira. Si tan sólo nunca los hubiese visto...
_ ¿Y cómo hacen para evitarlos?
_ Cada familia tiene sus métodos. Hay algunos que ignoran la posibilidad de morir ante demonios en forma de lobos, y armados viven su vida como pueden. Otros dejan carne y agua en sus cocheras y tapan puertas y ventanas. Pero todos venimos al refugio cuando ya el peligro nos toca los talones.
_ Ya veo... ¿Y el peligro llegó a vos con el Día hoy?
_ Si... Hay gente que, luego de sobrevivir a algún demonio, perdió la cordura. Muchos nunca más hablaron. Nadie sabe exactamente qué es lo que le hacen a uno. Sí, son lobos, y destruyen. Pero también son demonios y guerreros...
La musa habló con el escritor hasta que los primeros rayos del día hicieron su aparición por las pequeñas ventanas de la cantina. Santino la escuchaba con sincero interés, pero no podía evitar sentir felicidad al escuchar esa perfecta voz dirigida hacia sus oídos. La historia que ella le contaba era bizarra, fantasiosa e increíble, pero todo parecía completamente real en el contexto en el que Santino se encontraba.
¿Cómo había llegado a aquél lugar que, teóricamente, no existía? ¿Cómo se había encontrado, de repente, con tantos problemas ajenos a su vida normal?
No importaban ya los “cómo” para Santino, pues todas las decisiones que tomó aquel año lo llevaron a conocer a la mujer de sus sueños. Ella estaba asustada, y en peligro. Parecía frágil y desprotegida, parecía sola y triste.
Valentina tomó la mano de Santino y dijo:
_ ¿Estás pensando en qué fue lo hiciste mal para llegar acá?
_ No. Pienso que tuve suerte, y agradezco haber tomado las decisiones que tomé éste año, porque me trajeron acá, hoy.
Santino quiso besarla cuando la vio sonreír a su comentario. Pensó entonces en cómo tendría que hacer para protegerla. No quería dejarla ir. No quería que ella sienta miedo, ni que sufra. Quería cuidarla, en lo posible hasta que la muerte los separe.
Se quedaría en Casi Cielo con ella, si lo recibiera. Batallando demonios en forma de lobos, peleando contra el Día y la Noche, y viviendo sólo atardeceres y amaneceres con ella a su lado.
Eran las siete y media de la mañana cuando la realidad y la ficción se unieron ante los ojos de Santino. Su conversación con Valentina ya había tomado un camino mas ameno, y por un momento pareció haber olvidado a los demonios que la acosaban.
Hablaron de la vida, de las religiones, de los trabajos y de los viajes; de sus respectivas familias y de sus sueños frustrados. Rieron y bebieron, y se sintieron cómodos, a punto tal que Valentina creyó haberlo conocido desde siempre; y deseo conocerlo para siempre.
Santino dejó de pelear sus instintos, y en medio de una oración que Valentina intentaba exponer, la besó cómo si fuera el último beso que daría en su vida. Muy a pesar del escritor, su momento de gloria fue interrumpido casi al instante.
_ ¡El Día comenzó hambriento! ¡Nadie salga del Refugio!
Dijo un extraño al entrar a la cantina. Tenía sangre en la cara y en las manos, estaba histérico y tan agitado que se perdía en sus respiros.
Timoteo se acercó a él, y con una silla en una mano y un maletín de primeros auxilios en la otra, fue a su ayuda.
_ ¡Valen! ¡Necesito tu ayuda!
_ ¡Ya voy Tim!
Contestó la musa.
Santino se quedó inmóvil, pero sus ojos estaban bien abiertos. Por su mente pasaban frases y oraciones que había escuchado ese día. Repasaba la leyenda de los demonios, y el beso con Valentina. La anciana del bosque, los lobos, el hombre que pudo combatirlos, la historia de la familia de Timoteo... Y el beso con Valentina.
De un salto y como si no hubiese pasado ni un minuto, Santino corrió hacia su musa con deseos de ayudarla. Ella estaba cosiendo las heridas de ese pobre hombre, y debo aclarar que no le temblaba la mano. Hablaba con aquél que no fue lo suficientemente rápido, trataba de calmarlo y de averiguar qué era lo que había pasado.
_ Fue el día, me agarró distraído. Estaba arreglando el tractor con Tomás, y de la nada me saltó encima. No pude defenderme, tenía demasiada fuerza y sus garras eran muy filosas. Cerré los ojos creyéndome hombre muerto, cuando Tomy con un fierro le pegó al demonio en las costillas...
_ ¡No! ¿Y qué pasó?
_ El demonio me dejó, después de darme un mordisco en la pierna, y se volvió hacia Tomy. Le grité, le dije que corra. Pero él no quería dejarme, y parado encima del tractor como carnada para lobo, estiró su brazo para levantarme.
_ ¿Te subió?
_ Si, me subió al tractor y como por arte de magia lo hizo arrancar, pero el demonio nos seguía... y no les miento si les digo que todavía siento su respiración en mi nuca.
_ ¿Y Tomy? ¿Dónde está?
_ No muy lejos de acá el tractor nos falló, y el día casi nos alcanzaba. Tomy me agarró, y me acercó lo que pudo hasta la cantina. Me dijo que, sea como sea, llegue al refugio. Que él me alcanzaría luego. No quise dejarlo ahí, lo juro. Pero Tomás fue muy insistente... Me dijo que lo distraería para que yo tenga una oportunidad.
_ ¡Dios!
_ No Valen, Dios no tiene nada que ver con éste pueblo donde los demonios reinan. No quiero ser pesimista pero... Yo no creo que sobrevivamos éste verano. Están más fuertes, más grandes, más agresivos... en fin, mas poderosos que nunca. Una vez bebieron de nuestra sangre, y ya no desean nada más.
10.12.08
El Refugio Intermedio (1)
CAPÍTULO UNO.
Era de madrugada cuando el extraño entró a aquella precaria taberna.
Su porte y su ropa suponían un cansancio frustrante. Sus botas gastadas y sucias nos advierten de un viaje que aún no termina, mientras que sus ojos sólo muestran tristeza y desolación.
Sentado en la barra, con la mirada perdida y la mente más aún, sus pensamientos son interrumpidos:
_ Extraño, ¿Qué le puedo servir?
_ Lo más fuerte que tengas.
_ ¿Mal día?
_ Se podría decir...
_ ¿Y qué lo trae por estos olvidados pagos? No solemos tener muchas visitas por aquí...
_ Me trajo el viento. No estoy seguro siquiera dónde estoy...
_ Entonces... Empecemos con un tequila adentro de un whiskey. ¿Le parece?
_ Me parece perfecto.
El barman era un ser peculiar, como todo y todos a su alrededor.
Con su barba crecida y superada en canas, llevaba una camisa colorada a cuadros, medio abierta y arremangada de brazos sobre una musculosa blanca, y unos jeans desgastados.
Su pelo estaba recogido en una corta cola, y entre las canas se entendía pelirrojo. Su mirada era la de aquél que vio más cosas de que las que debería: triste y extraña, pero sabia y cálida. En sus brazos mostraban numerosas cicatrices.
_ ¿Mejor?
Preguntó el barman después de ver al visitante beber su alcohol.
_ Algo.
_ Dígame, extraño, ¿Qué lo aflige?
_ La vida... Sus demonios...
_ Si el viento lo trajo aquí para escapar de los demonios... disculpe que le diga, pero agarró la brisa equivocada.
_ Es probable, la vida suele burlarse de mí. Pero sigo señales e impulsos, y “El Refugio Intermedio” llamó mi atención.
_ ¿Vio el cartel? Lo tallé yo mismo 15 años atrás.
_ Bien hecho, es él quién trae extraños como yo buscando refugio.
_ Todos buscamos refugio en éste pueblo, todos lo necesitamos. ¿Otro trago?
_ Por favor.
Mientras su trago se servía frente a él, el extraño se dedicó a observar.
La taberna poseía una luz tenue que solo brillaba lo suficiente como para reconocer caras ya a un metro de distancia. Era pequeño el lugar, humilde pero bien armado. Las mesas contaban con velas en su centro, y algunas flores en un largo vaso de vidrio.
Habían dos mesas de pool en la parte de atrás y una rocola con música vieja y olvidada, pero oportuna y fiel al lugar.
Entre el humo de cigarrillo y habano, la poca luz, y el encierro, se podían distinguir las siluetas de otros extraños buscando refugio en aquella taberna que, fiel a su nombre, albergaba a toda persona perdida y confundida. Algunos se juntaban y hablaban, se saludaban de lejos con una seña o un guiño de ojo, otros, sentados solos, bebían sus penas.
_ ¿Y? ¿Otro?
_ ¿Por qué no?
_ ¿Qué le parece mi refugio intermedio?
_ Me gusta lo que veo, pero más aun el sentimiento.
_ ¿El sentimiento?
_ Si... No estamos solos. Somos pobres almas heridas buscando paz y auxilio.
_ ¿Escritor, no?
_ ¿Qué me delató?
_ El detalle.
_ Claro, sí. Mi viaje empezó con destino a llenar las páginas de mi obra maestra.
_ ¿Y cómo va con eso?
_ Usted dígame.
_ Le digo lo siguiente: Si buscaba algo de lo que escribir, el viento lo trajo justo a dónde necesitaba. Mi nombre es Timoteo, manténgase cerca, yo invito los tragos.
_ La trama crece, me gusta. Yo soy Santino, mucho gusto.
Eran las cuatro de la mañana cuando Valentina entró a la taberna, todas las siluetas rodaron sus cuerpos hacia las puertas de madera que hacían de entrada al lugar.
Santino la observó con ojos de poeta y versos hermosos empezaron a darle vueltas en la mente. Creyó haber visto a la mujer que protagonizaba todos sus escritos desde que por primera vez se enamoró de las palabras, pero rápidamente volvió su silueta a la barra, se prendió un cigarrillo, suspiró y dijo:
_ Me parece que es hora de una cerveza, Timoteo.
_ Pero por supuesto, extraño, sale una helada.
_ Santino es.
_ Bueno, Santino, tu cerveza.
En el banco a la derecha de Santino, la mujer que mantuvo el silencio de la cantina por dos minutos, se sienta a hablar con el Barman.
_ Hola Tim, ¿Alguna novedad de la Noche?
_ Los Mosley se le escaparon hace unas horas, pero Tadeo no fue tan rápido...
_ ¡No! ¿Qué le hizo?
_ Nadie sabe bien, lo llevaron al hospital con heridas en los brazos y en el cuello, pero consciente. Dicen que no habla.
_ No lo puedo creer... ¡Otro más! No sé como vamos a sobrevivir este verano...
_ Ni yo, cada vez es más difícil escapar...
_ Lo sé, hoy casi conozco mi fin con Día.
_ ¿El Día atacó hoy?
_ Si, cerca del Molino. Me salvé de casualidad, escondida entre los árboles hasta que se ponga el sol, temiendo también al momento en que el Día se vaya, pero llegue la Noche. De ahí corrí hasta la cochera, busqué la camioneta... y me vine a refugiar a tu casa.
_ Me parece perfecto, para eso está. Según tu día... ¿Tequila?
_ Eso mismo Tim.
_ Tenemos un visitante, Valentina. Es un escritor en busca de trama, le ofrecí darle una mano, pero con Noche al acecho, y la gente entrando, puede se me complique.
_ (Después de tomar el tequila) ¿En qué te puedo ayudar Tim?
_ Éste buen hombre a tu derecha es extraño acá, y aunque la historia del Día y la Noche le servirá de ayuda en su tarea, también es necesario que lo sepa... ¿Me entendés?
_ Perfectamente.
Timoteo, entonces, hizo las respectivas presentaciones. Sirvió un tequila y un whiskey para ambos, y se acercó hacia un grupo de gente agitada que recién entraba.
_ Bueno, extranjero, bienvenido a El Refugio Intermedio. Acá, en esta simple cantina en el medio de la nada, la gente viene a esconderse de los demonios y sus desastrosas proezas. Propongo un brindis por haber sobrevivido al Día y la Noche hoy. Bien merecido a aquél que no sabía de ellos y los burló sin siquiera saberlo. Y a mi, por supuesto, que escapé del Día y burlé a la Noche.
_ Acepto el brindis, todavía en la ignorancia del tema que hablamos, presintiendo que lo voy a necesitar.
_ Oh si, es necesario. Y obligatorio.
Dijo Valentina con una sonrisa seductora en su misterio.
_ Soy Santino, un gusto.
Dijo después de tomar al unísono con su musa desconocida hasta ese día.
_ El gusto es mutuo. Ahora decime Santino, ¿Qué es lo que buscabas en un pueblito olvidado como éste?
_ Inspiración a base de experiencias, paz, tiempo para pensar... No sé, no se siquiera cómo llegue acá, un lugar me llevó a otro y estoy hace un año viajando. Escribo de lugares, de personas que conozco, de experiencias que vivo... Pero aún no encuentro el tema de mi obra maestra. De aquél libro que me haga sentir entero y transmita lo que es importante en verdad.
_ Entiendo, y más de lo que creerías. He viajado mucho en busca de paz, pero terminé acá, cuando encontré fin a tantas cosas amadas, pero inicio a tantas otras.
_ ¿Y qué es ésto del día y la noche? ¿Sobre ellos se basa el fin de lo amado?
_ Si... Son demonios. Lobos.
_ ¿Lobos?
_ Si, grandes y fuertes lobos. Uno blanco que sólo aparece de día, y uno negro que sólo aparece de noche. Nunca verás a ambos juntos, nunca verás al negro cuando el sol todavía brille, ni al blanco cuando las estrellas se muestren.
_ Increíble... ¿Y qué hacen?
_ El Día destroza, y la noche devora. Ambos hieren, ambos muerden, ambos matan. Poca gente se cruza con ellos y vive para contarlo. Desde que empezó el verano, hubieron 5 muertes de Día, y 3 de Noche.
_ ¿En sólo dos semanas?
_ Si, y han habido veranos peores...
_ Claro, ahora entiendo, “El Refugio Intermedio”...
_ Exacto. Nunca atacaron dentro de la cantina. Y parece ser que Tim se encargó de hacer de este lugar un lugar seguro, después de haber perdido a su mujer e hijos en garras de Noche.
_ ¡Que tragedia! ¿Nadie pudo nunca detenerlos?
_ Hubo, décadas atrás, un hombre que se decía era el único que te podía salvar de los demonios. Yo era muy chica en ese entonces, pero recuerdo a mis padres hablando de eso. Hubieron pocas víctimas en esos años, muy pocas. Una o dos por año. Pero nunca nadie supo cómo lo hacía, y a esta altura es más una leyenda que una realidad. Seguro Tim sepa más al respecto.
_ Después le preguntamos. ¿Y qué más se sabe de estos lobos?
_ Hay una leyenda...
De la barra se asoma Timoteo:
_ ¿Otro trago muchachos?
_ Dale, Tim.
_ Por favor.
Su porte y su ropa suponían un cansancio frustrante. Sus botas gastadas y sucias nos advierten de un viaje que aún no termina, mientras que sus ojos sólo muestran tristeza y desolación.
Sentado en la barra, con la mirada perdida y la mente más aún, sus pensamientos son interrumpidos:
_ Extraño, ¿Qué le puedo servir?
_ Lo más fuerte que tengas.
_ ¿Mal día?
_ Se podría decir...
_ ¿Y qué lo trae por estos olvidados pagos? No solemos tener muchas visitas por aquí...
_ Me trajo el viento. No estoy seguro siquiera dónde estoy...
_ Entonces... Empecemos con un tequila adentro de un whiskey. ¿Le parece?
_ Me parece perfecto.
El barman era un ser peculiar, como todo y todos a su alrededor.
Con su barba crecida y superada en canas, llevaba una camisa colorada a cuadros, medio abierta y arremangada de brazos sobre una musculosa blanca, y unos jeans desgastados.
Su pelo estaba recogido en una corta cola, y entre las canas se entendía pelirrojo. Su mirada era la de aquél que vio más cosas de que las que debería: triste y extraña, pero sabia y cálida. En sus brazos mostraban numerosas cicatrices.
_ ¿Mejor?
Preguntó el barman después de ver al visitante beber su alcohol.
_ Algo.
_ Dígame, extraño, ¿Qué lo aflige?
_ La vida... Sus demonios...
_ Si el viento lo trajo aquí para escapar de los demonios... disculpe que le diga, pero agarró la brisa equivocada.
_ Es probable, la vida suele burlarse de mí. Pero sigo señales e impulsos, y “El Refugio Intermedio” llamó mi atención.
_ ¿Vio el cartel? Lo tallé yo mismo 15 años atrás.
_ Bien hecho, es él quién trae extraños como yo buscando refugio.
_ Todos buscamos refugio en éste pueblo, todos lo necesitamos. ¿Otro trago?
_ Por favor.
Mientras su trago se servía frente a él, el extraño se dedicó a observar.
La taberna poseía una luz tenue que solo brillaba lo suficiente como para reconocer caras ya a un metro de distancia. Era pequeño el lugar, humilde pero bien armado. Las mesas contaban con velas en su centro, y algunas flores en un largo vaso de vidrio.
Habían dos mesas de pool en la parte de atrás y una rocola con música vieja y olvidada, pero oportuna y fiel al lugar.
Entre el humo de cigarrillo y habano, la poca luz, y el encierro, se podían distinguir las siluetas de otros extraños buscando refugio en aquella taberna que, fiel a su nombre, albergaba a toda persona perdida y confundida. Algunos se juntaban y hablaban, se saludaban de lejos con una seña o un guiño de ojo, otros, sentados solos, bebían sus penas.
_ ¿Y? ¿Otro?
_ ¿Por qué no?
_ ¿Qué le parece mi refugio intermedio?
_ Me gusta lo que veo, pero más aun el sentimiento.
_ ¿El sentimiento?
_ Si... No estamos solos. Somos pobres almas heridas buscando paz y auxilio.
_ ¿Escritor, no?
_ ¿Qué me delató?
_ El detalle.
_ Claro, sí. Mi viaje empezó con destino a llenar las páginas de mi obra maestra.
_ ¿Y cómo va con eso?
_ Usted dígame.
_ Le digo lo siguiente: Si buscaba algo de lo que escribir, el viento lo trajo justo a dónde necesitaba. Mi nombre es Timoteo, manténgase cerca, yo invito los tragos.
_ La trama crece, me gusta. Yo soy Santino, mucho gusto.
Eran las cuatro de la mañana cuando Valentina entró a la taberna, todas las siluetas rodaron sus cuerpos hacia las puertas de madera que hacían de entrada al lugar.
Santino la observó con ojos de poeta y versos hermosos empezaron a darle vueltas en la mente. Creyó haber visto a la mujer que protagonizaba todos sus escritos desde que por primera vez se enamoró de las palabras, pero rápidamente volvió su silueta a la barra, se prendió un cigarrillo, suspiró y dijo:
_ Me parece que es hora de una cerveza, Timoteo.
_ Pero por supuesto, extraño, sale una helada.
_ Santino es.
_ Bueno, Santino, tu cerveza.
En el banco a la derecha de Santino, la mujer que mantuvo el silencio de la cantina por dos minutos, se sienta a hablar con el Barman.
_ Hola Tim, ¿Alguna novedad de la Noche?
_ Los Mosley se le escaparon hace unas horas, pero Tadeo no fue tan rápido...
_ ¡No! ¿Qué le hizo?
_ Nadie sabe bien, lo llevaron al hospital con heridas en los brazos y en el cuello, pero consciente. Dicen que no habla.
_ No lo puedo creer... ¡Otro más! No sé como vamos a sobrevivir este verano...
_ Ni yo, cada vez es más difícil escapar...
_ Lo sé, hoy casi conozco mi fin con Día.
_ ¿El Día atacó hoy?
_ Si, cerca del Molino. Me salvé de casualidad, escondida entre los árboles hasta que se ponga el sol, temiendo también al momento en que el Día se vaya, pero llegue la Noche. De ahí corrí hasta la cochera, busqué la camioneta... y me vine a refugiar a tu casa.
_ Me parece perfecto, para eso está. Según tu día... ¿Tequila?
_ Eso mismo Tim.
_ Tenemos un visitante, Valentina. Es un escritor en busca de trama, le ofrecí darle una mano, pero con Noche al acecho, y la gente entrando, puede se me complique.
_ (Después de tomar el tequila) ¿En qué te puedo ayudar Tim?
_ Éste buen hombre a tu derecha es extraño acá, y aunque la historia del Día y la Noche le servirá de ayuda en su tarea, también es necesario que lo sepa... ¿Me entendés?
_ Perfectamente.
Timoteo, entonces, hizo las respectivas presentaciones. Sirvió un tequila y un whiskey para ambos, y se acercó hacia un grupo de gente agitada que recién entraba.
_ Bueno, extranjero, bienvenido a El Refugio Intermedio. Acá, en esta simple cantina en el medio de la nada, la gente viene a esconderse de los demonios y sus desastrosas proezas. Propongo un brindis por haber sobrevivido al Día y la Noche hoy. Bien merecido a aquél que no sabía de ellos y los burló sin siquiera saberlo. Y a mi, por supuesto, que escapé del Día y burlé a la Noche.
_ Acepto el brindis, todavía en la ignorancia del tema que hablamos, presintiendo que lo voy a necesitar.
_ Oh si, es necesario. Y obligatorio.
Dijo Valentina con una sonrisa seductora en su misterio.
_ Soy Santino, un gusto.
Dijo después de tomar al unísono con su musa desconocida hasta ese día.
_ El gusto es mutuo. Ahora decime Santino, ¿Qué es lo que buscabas en un pueblito olvidado como éste?
_ Inspiración a base de experiencias, paz, tiempo para pensar... No sé, no se siquiera cómo llegue acá, un lugar me llevó a otro y estoy hace un año viajando. Escribo de lugares, de personas que conozco, de experiencias que vivo... Pero aún no encuentro el tema de mi obra maestra. De aquél libro que me haga sentir entero y transmita lo que es importante en verdad.
_ Entiendo, y más de lo que creerías. He viajado mucho en busca de paz, pero terminé acá, cuando encontré fin a tantas cosas amadas, pero inicio a tantas otras.
_ ¿Y qué es ésto del día y la noche? ¿Sobre ellos se basa el fin de lo amado?
_ Si... Son demonios. Lobos.
_ ¿Lobos?
_ Si, grandes y fuertes lobos. Uno blanco que sólo aparece de día, y uno negro que sólo aparece de noche. Nunca verás a ambos juntos, nunca verás al negro cuando el sol todavía brille, ni al blanco cuando las estrellas se muestren.
_ Increíble... ¿Y qué hacen?
_ El Día destroza, y la noche devora. Ambos hieren, ambos muerden, ambos matan. Poca gente se cruza con ellos y vive para contarlo. Desde que empezó el verano, hubieron 5 muertes de Día, y 3 de Noche.
_ ¿En sólo dos semanas?
_ Si, y han habido veranos peores...
_ Claro, ahora entiendo, “El Refugio Intermedio”...
_ Exacto. Nunca atacaron dentro de la cantina. Y parece ser que Tim se encargó de hacer de este lugar un lugar seguro, después de haber perdido a su mujer e hijos en garras de Noche.
_ ¡Que tragedia! ¿Nadie pudo nunca detenerlos?
_ Hubo, décadas atrás, un hombre que se decía era el único que te podía salvar de los demonios. Yo era muy chica en ese entonces, pero recuerdo a mis padres hablando de eso. Hubieron pocas víctimas en esos años, muy pocas. Una o dos por año. Pero nunca nadie supo cómo lo hacía, y a esta altura es más una leyenda que una realidad. Seguro Tim sepa más al respecto.
_ Después le preguntamos. ¿Y qué más se sabe de estos lobos?
_ Hay una leyenda...
De la barra se asoma Timoteo:
_ ¿Otro trago muchachos?
_ Dale, Tim.
_ Por favor.
9.12.08
Mezzo Cammin
Half my life is gone, and I have let
The years slip from me and have not fullfilled
The aspiration of my youth, to build
Some tower of song with lofty parapet.
Not indolence, nor pleasure, nor the fret
Of restless passions that would not be stilled,
But sorrow, and a care that almost killed,
Kept me from what I may accomplish yet;
Though, half-way up the hill, I see past
Lying beneath me with its sounds and sights,-
A city in the twilight dim and vast,
With smoking roofs, soft bells, and gleaming lights,-
And hear above me on the autumnal blast
The cataract of death far thundering from the heights.
The years slip from me and have not fullfilled
The aspiration of my youth, to build
Some tower of song with lofty parapet.
Not indolence, nor pleasure, nor the fret
Of restless passions that would not be stilled,
But sorrow, and a care that almost killed,
Kept me from what I may accomplish yet;
Though, half-way up the hill, I see past
Lying beneath me with its sounds and sights,-
A city in the twilight dim and vast,
With smoking roofs, soft bells, and gleaming lights,-
And hear above me on the autumnal blast
The cataract of death far thundering from the heights.
8.12.08
6.12.08
Ahora, en este OTRO instante
Entre resaca y dolor fisico, concuyo en: paz, amor y armonía... Como siempre...
Evolución, eso es lo que pasa.
Evolución, eso es lo que pasa.
Ahora en este instante.
Y la vida es lo que está pasando.
En este momento, en este segundo.
Ésto es lo que hice de ella,
y esto es lo que significó.
¿Valió la pena mi minuto?
En este momento, en este segundo.
Ésto es lo que hice de ella,
y esto es lo que significó.
¿Valió la pena mi minuto?
2.12.08
Donde Nunca, Nadie
_ Dale, sabés que querés seguirlos. Sabés que querés saber. Da el primer paso.
_ Es peligroso...
_ Ya sabemos eso, lo que no sabemos es qué es lo que pasa allí.
_ Algo anormal.
_ Exacto. Pero ambos sabemos que vas a averiguar cuán anormal es y qué es lo que pasa.
_ Sí, deja de influenciarme. Sé que voy a ver, pero necesito tiempo. Debo prepararme para ver lo que ningún otro hombre jamás vio.
_ No lo pienses, de pensarlo correctamente no lo harías. Seguí el impulso, seguí la curiosidad.
_ La curiosidad mató al gato, y no me digas que no me puedo morir en ese lugar porque ambos sabemos que es completamente factible.
_ No te voy a mentir, es muy probable que mueras allí. Pero de no morir, sabrás lo que nadie sabe.
_ Si, lo sé.
_ Dale, quiero escuchar tu próxima pisada.
_ Algún día... voy a aprender a callarte.
_ ¿Y para qué harías eso?
_ Para ser normal.
_ ¿Normal? ¡¿Para qué harías eso?! No hay nada peor que ser normal...
_ Estaría de acuerdo con vos si no fuera porque a veces te odio.
_ Sabés que está mal que me odies. Se supone que somos un equipo.
_ Quiero que te calles. Necesito pensar un poco.
_ Insisto, no pienses.
_ Insisto, callate.
_ No me voy a callar, porque si de verdad quisieras que me calle, simplemente dejarías de escucharme. Estamos muy unidos vos y yo, somos lo mismo.
_ No somos lo mismo, y que formemos el mismo ser no quiere decir eso.
_ Quiere decir exactamente eso.
_ Basta Nicanor, hoy no. Hoy es distinto.
_ Ya sé que es distinto, por eso estoy acá, presente. Me necesitás.
_ ¿Para qué te necesito? Ni siquiera podés moverme.
_ Si puedo.
_ No podés.
_ ¿Querés ver?
_ Me encantaría.
En el cielo no se avistaba ni una nube, las estrellas brillaban más que nunca y el viento parecía arrullar a aquella persona que pensativa e inmóvil parecía hablarle a la arena.
Inquieto se lo ve ya, lleno de temor.
Con rodillas temblorosas y voz entrecortada, se preparaba para cruzar al mundo de la no-razón.
El viento comenzó a agitarse cuando Felipe dio el primer paso hacia aquél médano oscuro, acercándose ya al lugar dónde el mundo racional termina, para ver lo que ningún ser humano debería.
_ ¿Desde cuándo podés moverme vos?
_ Desde siempre Felipe.
_ ¿En serio? No puede ser esto. Nunca más me muevas.
_ Felipe, ¿cuál parte de “somos uno” no entendés?
_ No me importa, somos uno, okay. Nunca más tomes control de mi cuerpo.
_ Vos me pediste.
_ Porque pensé que no podrías. Y no te hagas el tonto, sabés muy bien lo que pienso.
_ Sí, y vos lo que yo. Así que no te hagas el tonto vos, y creeme.
_ ¿Qué cosa querés que te crea?
_ Que tenés que dar el segundo paso.
_ ¿No me vas a dejar ni un minuto en paz?
_ ¿Para qué querés un minuto de paz?
_ Para absorber.
_ Bueno. Absorbamos.
El viento parecía enojado, pero el ambiente era perfecto: las estrellas, la blanca y perfectamente suave arena, el ruido de las olas rompiendo sobre la península. Ese 7 de Noviembre era sin duda especial.
_ ¿Ya absorbiste?
_ Si, estoy en paz.
_ Yo también. ¿Marchamos?
_ Si, pero antes, hablemos.
_ ¿De que hablamos Felipe?
_ De lo que estamos por hacer.
_ Estamos por cruzar el límite.
_ Si, y es algo importante para mí, me gustaría que lo hablemos.
_ Bueno. ¿Tenés preguntas?
_ Si, demasiadas.
_ Preguntá entonces.
_ ¿Por qué me trajiste hasta acá?
_ Porque sos el indicado. Porque sos especial.
_ ¿Qué tengo de especial?
_ Bueno, muchas cosas, pero tenés que descubrirlas vos.
_ ¿Por favor?
_ Bueno, una te digo: ya que me escuches, prueba como sos el indicado.
_ ¿Cómo no te voy a escuchar? Estas en mi cabeza.
_ No, no estoy ahí.
_ ¿Dónde estas?
_ Mucho más adentro.
_ Bueno, te creo, entonces soy en indicado para meterme en dónde nadie antes, por razones desconocidas, siguiendo a una voz que sale de quién sabe dónde.
_ Exacto.
_ Gracias Nicanor, sos de mucha ayuda.
_ No me hables con ironía a mi Felipe.
_ Bueno, perdoná, estoy nervioso.
_ Lo siento. No lo estés.
_ ¿Por qué no lo estaría? Estoy a punto de meterme en una dimensión desconocida.
_ Desconocida para el hombre mortal.
_ ¡Yo soy un hombre mortal! Y es desconocida para mi.
_ Vos sos mucho más de lo que crees ser. Sólo creeme, y calmate.
_ Estoy harto de creerte.
_ No, no lo estás. Sólo tenés miedo.
_ Claro que tengo miedo.
_ Quiero que respires profundo de éste aire y escuches lo que digo ¿Podés hacer eso?
_ Eso creo...
_ Quiero tu silencio.
_ Bueno
El viento se comporta extraño ahora y las olas rompen con más fuerza. Felipe se encuentra sentado en la más clásica pose de meditación, esta vez, en silencio.
_ La vida no es cómo tu contexto la muestra, vos lo sabés y es por eso que me seguís. El mundo es mucho más complejo que lo que la gente común cree, y las cosas tienen muchas más dimensiones. La verdad no está oculta al hombre, sino que el hombre tiene los ojos cerrados y lo oídos tapados. La verdad está adentro tuyo, y cuando llegues a comprenderla, tu trabajo será compartirla. Tu espíritu es quién sabe. Tu espíritu es dueño de la verdad que va más allá de tus ojos. Es fuerte como para sobrevivir lo que estás a punto de experimentar, y es sabio como para entenderlo. Ahora sólo falta que te pongas de pie.
_ ¿Hay algo que necesite saber sobre lo que va a pasar?
_ Sólo seguí tus instintos.
De pie ya Felipe, encara hacia la punta del médano, el lugar más oscuro en la península. Parado allí, abre sus brazos, cierra sus ojos, y siente.
El mar enloqueció, y lo que solía ser un sereno médano se convirtió en lo que parecía ser el fin de la vida.
Las aguas casi violetas por la noche, comenzaron a golpear violentamente sobre Felipe zamarreándolo de un lugar a otro, causando un dolor supremo dada su temperatura casi helada. El cielo completamente despejado comenzó a precipitar. Lluvia, granizo, nieve y truenos atacaron la península, mientras que de la quietud, la arena se liberaba y formaba pequeños torbellinos.
Felipe continuaba con los ojos cerrados, ahora arrodillado y con ambas manos en lo que en ese momento parecía suelo seguro.
_ ¡Siento frío, siento dolor, siento miedo! Pero no decaigo ¡PORQUE SIENTO!
El mundo parecía terminar en aquella península donde las dimensiones se rompían, y lo que parecía ser suelo seguro, rápidamente dejo de serlo. El agua se puso más violenta, y la arena con el viento se sentía sobre la piel de Felipe como pequeños balazos.
Atrapado en lo que parecía ser arena movediza el joven abrió sus ojos con cautela para ver el mundo cómo nadie nunca lo vio, y simultáneamente unos gritos en su cabeza aparecieron.
Eran gritos de dolor y de locura, de desespero y de terror, de odio y de tristeza.
Felipe dejó escapar unas lágrimas mientras agarraba sus cienes con fuerza. Creyó rendirse, hasta que el caos lo dejó ver el cielo.
_ ¿¡Es eso todo lo que tenés?!
Entonces un rayo partió del claro y despejado cielo, para caer directamente sobre Felipe, de nuevo de pie.
_ Nicanor... me está cayendo un rayo.
_ Claro...
_ ¿Cómo claro?
_ ¿Te diste cuenta Felipe, que no me estás hablando con tu voz, sino de más adentro?
_ Nicanor... me está cayendo un rayo... ¿Qué me importa por dónde te hablo?
_ Y mirá cuán calma está tu voz aquí dentro...,
_ ¿Hay algo que deba aprender de esto?
_ Sí.
_ ¿Me lo vas a decir?
_ No.
_ Nicanor... no siento dolor. ¿Estoy muerto?
_ En absoluto.
_ ¿Qué está pasando entonces?
_ Lo que dijiste, te está cayendo un rayo.
_ Nicanor, no puedo moverme...
_ Claro Felipe, porque te está cayendo un rayo.
_ Siento calor... pero no es molesto, es... es perfecto.
_ Y antes sentías frío...
_ Si.
_ Felipe, seguí tus instintos. Hace lo que te gusta hacer.
_ Claro. ¿Nicanor?
_ ¿Si, Felipe?
_ ¿Absorbemos?
_ Absorbamos.
_ Es peligroso...
_ Ya sabemos eso, lo que no sabemos es qué es lo que pasa allí.
_ Algo anormal.
_ Exacto. Pero ambos sabemos que vas a averiguar cuán anormal es y qué es lo que pasa.
_ Sí, deja de influenciarme. Sé que voy a ver, pero necesito tiempo. Debo prepararme para ver lo que ningún otro hombre jamás vio.
_ No lo pienses, de pensarlo correctamente no lo harías. Seguí el impulso, seguí la curiosidad.
_ La curiosidad mató al gato, y no me digas que no me puedo morir en ese lugar porque ambos sabemos que es completamente factible.
_ No te voy a mentir, es muy probable que mueras allí. Pero de no morir, sabrás lo que nadie sabe.
_ Si, lo sé.
_ Dale, quiero escuchar tu próxima pisada.
_ Algún día... voy a aprender a callarte.
_ ¿Y para qué harías eso?
_ Para ser normal.
_ ¿Normal? ¡¿Para qué harías eso?! No hay nada peor que ser normal...
_ Estaría de acuerdo con vos si no fuera porque a veces te odio.
_ Sabés que está mal que me odies. Se supone que somos un equipo.
_ Quiero que te calles. Necesito pensar un poco.
_ Insisto, no pienses.
_ Insisto, callate.
_ No me voy a callar, porque si de verdad quisieras que me calle, simplemente dejarías de escucharme. Estamos muy unidos vos y yo, somos lo mismo.
_ No somos lo mismo, y que formemos el mismo ser no quiere decir eso.
_ Quiere decir exactamente eso.
_ Basta Nicanor, hoy no. Hoy es distinto.
_ Ya sé que es distinto, por eso estoy acá, presente. Me necesitás.
_ ¿Para qué te necesito? Ni siquiera podés moverme.
_ Si puedo.
_ No podés.
_ ¿Querés ver?
_ Me encantaría.
En el cielo no se avistaba ni una nube, las estrellas brillaban más que nunca y el viento parecía arrullar a aquella persona que pensativa e inmóvil parecía hablarle a la arena.
Inquieto se lo ve ya, lleno de temor.
Con rodillas temblorosas y voz entrecortada, se preparaba para cruzar al mundo de la no-razón.
El viento comenzó a agitarse cuando Felipe dio el primer paso hacia aquél médano oscuro, acercándose ya al lugar dónde el mundo racional termina, para ver lo que ningún ser humano debería.
_ ¿Desde cuándo podés moverme vos?
_ Desde siempre Felipe.
_ ¿En serio? No puede ser esto. Nunca más me muevas.
_ Felipe, ¿cuál parte de “somos uno” no entendés?
_ No me importa, somos uno, okay. Nunca más tomes control de mi cuerpo.
_ Vos me pediste.
_ Porque pensé que no podrías. Y no te hagas el tonto, sabés muy bien lo que pienso.
_ Sí, y vos lo que yo. Así que no te hagas el tonto vos, y creeme.
_ ¿Qué cosa querés que te crea?
_ Que tenés que dar el segundo paso.
_ ¿No me vas a dejar ni un minuto en paz?
_ ¿Para qué querés un minuto de paz?
_ Para absorber.
_ Bueno. Absorbamos.
El viento parecía enojado, pero el ambiente era perfecto: las estrellas, la blanca y perfectamente suave arena, el ruido de las olas rompiendo sobre la península. Ese 7 de Noviembre era sin duda especial.
_ ¿Ya absorbiste?
_ Si, estoy en paz.
_ Yo también. ¿Marchamos?
_ Si, pero antes, hablemos.
_ ¿De que hablamos Felipe?
_ De lo que estamos por hacer.
_ Estamos por cruzar el límite.
_ Si, y es algo importante para mí, me gustaría que lo hablemos.
_ Bueno. ¿Tenés preguntas?
_ Si, demasiadas.
_ Preguntá entonces.
_ ¿Por qué me trajiste hasta acá?
_ Porque sos el indicado. Porque sos especial.
_ ¿Qué tengo de especial?
_ Bueno, muchas cosas, pero tenés que descubrirlas vos.
_ ¿Por favor?
_ Bueno, una te digo: ya que me escuches, prueba como sos el indicado.
_ ¿Cómo no te voy a escuchar? Estas en mi cabeza.
_ No, no estoy ahí.
_ ¿Dónde estas?
_ Mucho más adentro.
_ Bueno, te creo, entonces soy en indicado para meterme en dónde nadie antes, por razones desconocidas, siguiendo a una voz que sale de quién sabe dónde.
_ Exacto.
_ Gracias Nicanor, sos de mucha ayuda.
_ No me hables con ironía a mi Felipe.
_ Bueno, perdoná, estoy nervioso.
_ Lo siento. No lo estés.
_ ¿Por qué no lo estaría? Estoy a punto de meterme en una dimensión desconocida.
_ Desconocida para el hombre mortal.
_ ¡Yo soy un hombre mortal! Y es desconocida para mi.
_ Vos sos mucho más de lo que crees ser. Sólo creeme, y calmate.
_ Estoy harto de creerte.
_ No, no lo estás. Sólo tenés miedo.
_ Claro que tengo miedo.
_ Quiero que respires profundo de éste aire y escuches lo que digo ¿Podés hacer eso?
_ Eso creo...
_ Quiero tu silencio.
_ Bueno
El viento se comporta extraño ahora y las olas rompen con más fuerza. Felipe se encuentra sentado en la más clásica pose de meditación, esta vez, en silencio.
_ La vida no es cómo tu contexto la muestra, vos lo sabés y es por eso que me seguís. El mundo es mucho más complejo que lo que la gente común cree, y las cosas tienen muchas más dimensiones. La verdad no está oculta al hombre, sino que el hombre tiene los ojos cerrados y lo oídos tapados. La verdad está adentro tuyo, y cuando llegues a comprenderla, tu trabajo será compartirla. Tu espíritu es quién sabe. Tu espíritu es dueño de la verdad que va más allá de tus ojos. Es fuerte como para sobrevivir lo que estás a punto de experimentar, y es sabio como para entenderlo. Ahora sólo falta que te pongas de pie.
_ ¿Hay algo que necesite saber sobre lo que va a pasar?
_ Sólo seguí tus instintos.
De pie ya Felipe, encara hacia la punta del médano, el lugar más oscuro en la península. Parado allí, abre sus brazos, cierra sus ojos, y siente.
El mar enloqueció, y lo que solía ser un sereno médano se convirtió en lo que parecía ser el fin de la vida.
Las aguas casi violetas por la noche, comenzaron a golpear violentamente sobre Felipe zamarreándolo de un lugar a otro, causando un dolor supremo dada su temperatura casi helada. El cielo completamente despejado comenzó a precipitar. Lluvia, granizo, nieve y truenos atacaron la península, mientras que de la quietud, la arena se liberaba y formaba pequeños torbellinos.
Felipe continuaba con los ojos cerrados, ahora arrodillado y con ambas manos en lo que en ese momento parecía suelo seguro.
_ ¡Siento frío, siento dolor, siento miedo! Pero no decaigo ¡PORQUE SIENTO!
El mundo parecía terminar en aquella península donde las dimensiones se rompían, y lo que parecía ser suelo seguro, rápidamente dejo de serlo. El agua se puso más violenta, y la arena con el viento se sentía sobre la piel de Felipe como pequeños balazos.
Atrapado en lo que parecía ser arena movediza el joven abrió sus ojos con cautela para ver el mundo cómo nadie nunca lo vio, y simultáneamente unos gritos en su cabeza aparecieron.
Eran gritos de dolor y de locura, de desespero y de terror, de odio y de tristeza.
Felipe dejó escapar unas lágrimas mientras agarraba sus cienes con fuerza. Creyó rendirse, hasta que el caos lo dejó ver el cielo.
_ ¿¡Es eso todo lo que tenés?!
Entonces un rayo partió del claro y despejado cielo, para caer directamente sobre Felipe, de nuevo de pie.
_ Nicanor... me está cayendo un rayo.
_ Claro...
_ ¿Cómo claro?
_ ¿Te diste cuenta Felipe, que no me estás hablando con tu voz, sino de más adentro?
_ Nicanor... me está cayendo un rayo... ¿Qué me importa por dónde te hablo?
_ Y mirá cuán calma está tu voz aquí dentro...,
_ ¿Hay algo que deba aprender de esto?
_ Sí.
_ ¿Me lo vas a decir?
_ No.
_ Nicanor... no siento dolor. ¿Estoy muerto?
_ En absoluto.
_ ¿Qué está pasando entonces?
_ Lo que dijiste, te está cayendo un rayo.
_ Nicanor, no puedo moverme...
_ Claro Felipe, porque te está cayendo un rayo.
_ Siento calor... pero no es molesto, es... es perfecto.
_ Y antes sentías frío...
_ Si.
_ Felipe, seguí tus instintos. Hace lo que te gusta hacer.
_ Claro. ¿Nicanor?
_ ¿Si, Felipe?
_ ¿Absorbemos?
_ Absorbamos.
R.G
1.12.08
Para Mi Amiga
Amiga mía, tanto pasamos.
Seis años atrás apareciste en mi vida, cuando mi felicidad pendía de un hilo.
Sin expectativas me encontraste, en un lugar que no entendía, ni quería entender. Pero me viste, y yo te vi a vos. Me conociste como nadie, y yo también a vos.
Eramos niñas en ese entonces, y crecimos juntas sabiendonos acompañadas. Entendidas.
En épocas de colegio diversión garantizada encontré con vos.
Batalla Naval en el celular era lo de menos, con vos dimos nacimiento a juegos que salvaron mi espíritu de secar y morir, cuando nada parecía tener mucho sentido.
El juego de la Papa con sus reglas: sus Saltos y Doble Saltos, sus Puentes de Papas y sus limitaciones a no levantar la birome de la hoja. Los dibujos estilo Cadáver Exquisito, mitad tuyos y mitad míos (Anchoa, Chonita), los cuentos con el mismo estilo y hasta los Ahorcados.
Más adelante se transformarían en juegos para tomar, incluyendo ahí al Pictionary, entre otros. Por todo esto, y mucho más, agradezco tu presencia en mi vida.
Te pido perdón amiga por habernos dejado alejar este año. Creeme te necesité. Siempre, a pesar de todo, fuiste y sos mi mejor amiga. Creo conocerte de verdad, y sé que no hay nada que no aprecie o entienda de tu persona.
Tus personalidad, tus valores, tu espíritu, tu risa, tus palabras y tus ideas, todo aquello de lo que estas compuesta suma lo que sos, y eso es bueno. Quiero decir, que todas las partes de tu ser resultan en la mejor amiga que cualquiera pueda tener, y de ser inteligentes, mantener.
Nunca podría olvidar las largas noches que pasamos mirando películas y comiendo como si no hubiese un mañana. Comiendo palitos o helado, capaz hasta Pringles si el efectivo nos favorecía. Haciendo bolitas de dulce de leche rebozadas en coco mientras tomábamos Bayleys. Y por supuesto, las famosas “papitas con cremita, cremita”. Hasta panchos a la parrilla en el Quincho llegaron a suceder... Por todo esto, y mucho más, sigo agradeciendo tu presencia en mi vida.
La puerta de mi ropero cuenta con evidencia de noches y días repletos de risas y juegos con vos, que aún hoy miro con una sonrisa nostálgica pero contenta.
Cariló, Buzios, Bariloche... fueron tiempos de convivencia y prueba de amistad. Manteniéndonos siempre del mismo lado, del mismo equipo, aprendimos a convivir en paz y armonía, riendo mucho y peleando poco. En mis peores momentos, nunca tuve que llamarte porque siempre estuviste ahí.
En fin amiga mía, dejo de escribir porque me pongo sensible, te dejo sabiendo cuanto te quiero y aprecio, y por supuesto: FELIZ CUMPLEAÑOS!
Seis años atrás apareciste en mi vida, cuando mi felicidad pendía de un hilo.
Sin expectativas me encontraste, en un lugar que no entendía, ni quería entender. Pero me viste, y yo te vi a vos. Me conociste como nadie, y yo también a vos.
Eramos niñas en ese entonces, y crecimos juntas sabiendonos acompañadas. Entendidas.
En épocas de colegio diversión garantizada encontré con vos.
Batalla Naval en el celular era lo de menos, con vos dimos nacimiento a juegos que salvaron mi espíritu de secar y morir, cuando nada parecía tener mucho sentido.
El juego de la Papa con sus reglas: sus Saltos y Doble Saltos, sus Puentes de Papas y sus limitaciones a no levantar la birome de la hoja. Los dibujos estilo Cadáver Exquisito, mitad tuyos y mitad míos (Anchoa, Chonita), los cuentos con el mismo estilo y hasta los Ahorcados.
Más adelante se transformarían en juegos para tomar, incluyendo ahí al Pictionary, entre otros. Por todo esto, y mucho más, agradezco tu presencia en mi vida.
Te pido perdón amiga por habernos dejado alejar este año. Creeme te necesité. Siempre, a pesar de todo, fuiste y sos mi mejor amiga. Creo conocerte de verdad, y sé que no hay nada que no aprecie o entienda de tu persona.
Tus personalidad, tus valores, tu espíritu, tu risa, tus palabras y tus ideas, todo aquello de lo que estas compuesta suma lo que sos, y eso es bueno. Quiero decir, que todas las partes de tu ser resultan en la mejor amiga que cualquiera pueda tener, y de ser inteligentes, mantener.
Nunca podría olvidar las largas noches que pasamos mirando películas y comiendo como si no hubiese un mañana. Comiendo palitos o helado, capaz hasta Pringles si el efectivo nos favorecía. Haciendo bolitas de dulce de leche rebozadas en coco mientras tomábamos Bayleys. Y por supuesto, las famosas “papitas con cremita, cremita”. Hasta panchos a la parrilla en el Quincho llegaron a suceder... Por todo esto, y mucho más, sigo agradeciendo tu presencia en mi vida.
La puerta de mi ropero cuenta con evidencia de noches y días repletos de risas y juegos con vos, que aún hoy miro con una sonrisa nostálgica pero contenta.
Cariló, Buzios, Bariloche... fueron tiempos de convivencia y prueba de amistad. Manteniéndonos siempre del mismo lado, del mismo equipo, aprendimos a convivir en paz y armonía, riendo mucho y peleando poco. En mis peores momentos, nunca tuve que llamarte porque siempre estuviste ahí.
En fin amiga mía, dejo de escribir porque me pongo sensible, te dejo sabiendo cuanto te quiero y aprecio, y por supuesto: FELIZ CUMPLEAÑOS!
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