10.12.08

El Refugio Intermedio (1)

CAPÍTULO UNO.

Era de madrugada cuando el extraño entró a aquella precaria taberna.

Su porte y su ropa suponían un cansancio frustrante. Sus botas gastadas y sucias nos advierten de un viaje que aún no termina, mientras que sus ojos sólo muestran tristeza y desolación.

Sentado en la barra, con la mirada perdida y la mente más aún, sus pensamientos son interrumpidos:

_ Extraño, ¿Qué le puedo servir?
_ Lo más fuerte que tengas.
_ ¿Mal día?
_ Se podría decir...
_ ¿Y qué lo trae por estos olvidados pagos? No solemos tener muchas visitas por aquí...
_ Me trajo el viento. No estoy seguro siquiera dónde estoy...
_ Entonces... Empecemos con un tequila adentro de un whiskey. ¿Le parece?
_ Me parece perfecto.

El barman era un ser peculiar, como todo y todos a su alrededor.
Con su barba crecida y superada en canas, llevaba una camisa colorada a cuadros, medio abierta y arremangada de brazos sobre una musculosa blanca, y unos jeans desgastados.
Su pelo estaba recogido en una corta cola, y entre las canas se entendía pelirrojo. Su mirada era la de aquél que vio más cosas de que las que debería: triste y extraña, pero sabia y cálida. En sus brazos mostraban numerosas cicatrices.

_ ¿Mejor?
Preguntó el barman después de ver al visitante beber su alcohol.
_ Algo.
_ Dígame, extraño, ¿Qué lo aflige?
_ La vida... Sus demonios...
_ Si el viento lo trajo aquí para escapar de los demonios... disculpe que le diga, pero agarró la brisa equivocada.
_ Es probable, la vida suele burlarse de mí. Pero sigo señales e impulsos, y “El Refugio Intermedio” llamó mi atención.
_ ¿Vio el cartel? Lo tallé yo mismo 15 años atrás.
_ Bien hecho, es él quién trae extraños como yo buscando refugio.
_ Todos buscamos refugio en éste pueblo, todos lo necesitamos. ¿Otro trago?
_ Por favor.

Mientras su trago se servía frente a él, el extraño se dedicó a observar.
La taberna poseía una luz tenue que solo brillaba lo suficiente como para reconocer caras ya a un metro de distancia. Era pequeño el lugar, humilde pero bien armado. Las mesas contaban con velas en su centro, y algunas flores en un largo vaso de vidrio.
Habían dos mesas de pool en la parte de atrás y una rocola con música vieja y olvidada, pero oportuna y fiel al lugar.
Entre el humo de cigarrillo y habano, la poca luz, y el encierro, se podían distinguir las siluetas de otros extraños buscando refugio en aquella taberna que, fiel a su nombre, albergaba a toda persona perdida y confundida. Algunos se juntaban y hablaban, se saludaban de lejos con una seña o un guiño de ojo, otros, sentados solos, bebían sus penas.

_ ¿Y? ¿Otro?

_ ¿Por qué no?
_ ¿Qué le parece mi refugio intermedio?
_ Me gusta lo que veo, pero más aun el sentimiento.
_ ¿El sentimiento?
_ Si... No estamos solos. Somos pobres almas heridas buscando paz y auxilio.
_ ¿Escritor, no?
_ ¿Qué me delató?
_ El detalle.
_ Claro, sí. Mi viaje empezó con destino a llenar las páginas de mi obra maestra.
_ ¿Y cómo va con eso?
_ Usted dígame.
_ Le digo lo siguiente: Si buscaba algo de lo que escribir, el viento lo trajo justo a dónde necesitaba. Mi nombre es Timoteo, manténgase cerca, yo invito los tragos.
_ La trama crece, me gusta. Yo soy Santino, mucho gusto.

Eran las cuatro de la mañana cuando Valentina entró a la taberna, todas las siluetas rodaron sus cuerpos hacia las puertas de madera que hacían de entrada al lugar.
Santino la observó con ojos de poeta y versos hermosos empezaron a darle vueltas en la mente. Creyó haber visto a la mujer que protagonizaba todos sus escritos desde que por primera vez se enamoró de las palabras, pero rápidamente volvió su silueta a la barra, se prendió un cigarrillo, suspiró y dijo:

_ Me parece que es hora de una cerveza, Timoteo.
_ Pero por supuesto, extraño, sale una helada.
_ Santino es.
_ Bueno, Santino, tu cerveza.

En el banco a la derecha de Santino, la mujer que mantuvo el silencio de la cantina por dos minutos, se sienta a hablar con el Barman.

_ Hola Tim, ¿Alguna novedad de la Noche?
_ Los Mosley se le escaparon hace unas horas, pero Tadeo no fue tan rápido...
_ ¡No! ¿Qué le hizo?
_ Nadie sabe bien, lo llevaron al hospital con heridas en los brazos y en el cuello, pero consciente. Dicen que no habla.
_ No lo puedo creer... ¡Otro más! No sé como vamos a sobrevivir este verano...
_ Ni yo, cada vez es más difícil escapar...
_ Lo sé, hoy casi conozco mi fin con Día.
_ ¿El Día atacó hoy?
_ Si, cerca del Molino. Me salvé de casualidad, escondida entre los árboles hasta que se ponga el sol, temiendo también al momento en que el Día se vaya, pero llegue la Noche. De ahí corrí hasta la cochera, busqué la camioneta... y me vine a refugiar a tu casa.
_ Me parece perfecto, para eso está. Según tu día... ¿Tequila?
_ Eso mismo Tim.
_ Tenemos un visitante, Valentina. Es un escritor en busca de trama, le ofrecí darle una mano, pero con Noche al acecho, y la gente entrando, puede se me complique.
_ (Después de tomar el tequila) ¿En qué te puedo ayudar Tim?
_ Éste buen hombre a tu derecha es extraño acá, y aunque la historia del Día y la Noche le servirá de ayuda en su tarea, también es necesario que lo sepa... ¿Me entendés?
_ Perfectamente.

Timoteo, entonces, hizo las respectivas presentaciones. Sirvió un tequila y un whiskey para ambos, y se acercó hacia un grupo de gente agitada que recién entraba.

_ Bueno, extranjero, bienvenido a El Refugio Intermedio. Acá, en esta simple cantina en el medio de la nada, la gente viene a esconderse de los demonios y sus desastrosas proezas. Propongo un brindis por haber sobrevivido al Día y la Noche hoy. Bien merecido a aquél que no sabía de ellos y los burló sin siquiera saberlo. Y a mi, por supuesto, que escapé del Día y burlé a la Noche.
_ Acepto el brindis, todavía en la ignorancia del tema que hablamos, presintiendo que lo voy a necesitar.
_ Oh si, es necesario. Y obligatorio.

Dijo Valentina con una sonrisa seductora en su misterio.

_ Soy Santino, un gusto.

Dijo después de tomar al unísono con su musa desconocida hasta ese día.

_ El gusto es mutuo. Ahora decime Santino, ¿Qué es lo que buscabas en un pueblito olvidado como éste?
_ Inspiración a base de experiencias, paz, tiempo para pensar... No sé, no se siquiera cómo llegue acá, un lugar me llevó a otro y estoy hace un año viajando. Escribo de lugares, de personas que conozco, de experiencias que vivo... Pero aún no encuentro el tema de mi obra maestra. De aquél libro que me haga sentir entero y transmita lo que es importante en verdad.
_ Entiendo, y más de lo que creerías. He viajado mucho en busca de paz, pero terminé acá, cuando encontré fin a tantas cosas amadas, pero inicio a tantas otras.
_ ¿Y qué es ésto del día y la noche? ¿Sobre ellos se basa el fin de lo amado?
_ Si... Son demonios. Lobos.
_ ¿Lobos?
_ Si, grandes y fuertes lobos. Uno blanco que sólo aparece de día, y uno negro que sólo aparece de noche. Nunca verás a ambos juntos, nunca verás al negro cuando el sol todavía brille, ni al blanco cuando las estrellas se muestren.
_ Increíble... ¿Y qué hacen?
_ El Día destroza, y la noche devora. Ambos hieren, ambos muerden, ambos matan. Poca gente se cruza con ellos y vive para contarlo. Desde que empezó el verano, hubieron 5 muertes de Día, y 3 de Noche.
_ ¿En sólo dos semanas?
_ Si, y han habido veranos peores...
_ Claro, ahora entiendo, “El Refugio Intermedio”...
_ Exacto. Nunca atacaron dentro de la cantina. Y parece ser que Tim se encargó de hacer de este lugar un lugar seguro, después de haber perdido a su mujer e hijos en garras de Noche.
_ ¡Que tragedia! ¿Nadie pudo nunca detenerlos?
_ Hubo, décadas atrás, un hombre que se decía era el único que te podía salvar de los demonios. Yo era muy chica en ese entonces, pero recuerdo a mis padres hablando de eso. Hubieron pocas víctimas en esos años, muy pocas. Una o dos por año. Pero nunca nadie supo cómo lo hacía, y a esta altura es más una leyenda que una realidad. Seguro Tim sepa más al respecto.
_ Después le preguntamos. ¿Y qué más se sabe de estos lobos?
_ Hay una leyenda...

De la barra se asoma Timoteo:

_ ¿Otro trago muchachos?
_ Dale, Tim.
_ Por favor.

1 comentario:

  1. Me encantaaaaaa!!!! Keep on writing loquilla y a ver si algun siglo te encuentro por el ciberespacio ke extraño las charlas insomnes

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